¿No sabéis combinar colores? ¿Lo de ir cambiando vuestra forma de vestir según los años para adaptaros a la moda no va con vosotros? ¿Los jerseys de Navidad os parecen una opción viable? Varry Brava y sus conciertos están hechos para vosotros. Os encantarán sus noches muy horteras y muy de rock ‘n’ roll. Y es que por fin, casi nueve meses después de su salida, la banda se encontraba al completo para presentar por primera vez su último disco, Hortera, en una fiesta en La Riviera de Madrid llena de baile, rosa chicle, lentejuelas y por qué no, luces de Navidad que se movían al ritmo de la música.
Sobre el escenario los cinco miembros del grupo nos ofrecían sus canciones y abajo todo era movimiento desenfrenado, eso sí, con todas las medidas implícitas a un concierto hoy en día, pero sin parar. Brazos arriba, torsos que se contoneaban sin descanso y alguno que no se podía contener y se levantaba cinco segundos para desfogarse. Fuera el ambiente podía ser todo lo triste que quisierais, pero dentro era todo lo contrario.
Ante tal reacción Varry Brava lucieron visiblemente emocionados. Óscar Ferrer se comunicaba con el público en cada momento que podía, y no con el típico discurso estructurado, mil veces ensayado y repetido típico de una actuación. Nada de la habitual presentación de canciones, ni tampoco de ‘este es el mejor concierto de la gira’ o cualquiera de esas frases tan manidas. Sus palabras de agradecimiento denotaban naturalidad y sinceridad.
Sería por su frescura, por las ganas de tocar o por lo que fuera, pero todo les funcionó. Desde la inicial ‘Luces de neón’ hasta la final ‘Hortera’, pasando por su reggaeton particular, ‘Loco’ o temas de sus anteriores discos como ‘Satánica’, ‘No gires’ o ‘Calor’. Todo entraba y emocionaba. Incluso al volver para el bis se permitieron empezar con una que podría definirse como balada, ‘Kit Kat’, empalmándola con la muy emotiva y apropiada ‘Navidad’, para acto seguido pisar el acelerador y volver a revolucionar La Riviera con dos rompepistas como fueron ‘La ruta del amor’ y ‘Fantasmas’.
Ahora podría empezar a llenar el texto de calificativos para definir la más de hora y media con Varry Brava, pero creo que hay uno que aunque pueda parecer simple encuentro muy adecuado para definir la noche: divertida. El tiempo voló y todo el mundo se lo pasó muy bien llevándose un grandísimo recuerdo, bailando y cantando tiempo después del final del show. No se trataba de la llamar la atención con colores estridentes, brillibrilli… Óscar lo definió a la perfección con una frase: “Hortera es ser libre y hacer lo que te dé la puta gana”.
A primeros de marzo, muy a primeros, en la misma sala, una persona completamente desconocida me ofrecía de su cerveza, preguntándome entre risas si tenía el coronavirus. Ahora algo así sería impensable. Guardamos distancia, usamos mascarilla… pero en el fondo nada ha cambiado. Las ganas de disfrutar de un concierto nunca se acabarán. La música en directo es imparable y la cultura es segura.
